El día que me vaya no se lo diré a nadie
El 2 de Febrero de 1994 la familia de Pedro Miguel Mérida Gallardo, natural de Baena (Córdoba) denunció su desaparición a la Guardia Civil. Aquella mañana, como tantas otras, Pedro Miguel había cogido su motocicleta para dirigirse al trabajo, un cortijo agrícola situado en Puente de Piedra. Allí se perdía su pista. Las fuerzas de seguridad encontraron su vehículo y su documentación, pero ni rastro del desaparecido. La familia comenzó una campaña a nivel nacional para tratar de encontrarle, pero fué en vano. En 2005, ante la falta de noticias, se iniciaron en los juzgados de Baena los trámites para declararle fallecido. El pasado sábado la Guardia Civil de Alcaudete, en la provincia de Jaén, detuvo por sorpresa a un hombre acusado de tenencia ilícita de armas y de decenas de robos y hurtos. Ese hombre no era otro que Pedro Miguel Mérida Gallardo.
Afeitado, limpio y en buen estado de salud, Pedro Miguel portaba una escopeta de cañones recortados cuando fue detenido, poniendo fin a más de 14 años sobreviviendo en la sierra jienense, al margen de cualquier contacto social. Parecía un excursionista, pero no lo era. Pedro Miguel Mérida abandonó con 36 años su vida tranquila y normal en el Jaén rural y desde entonces había vivido como un bandolero del siglo XIX, en una zona agreste entre Jaén y Córdoba que conocía muy bien, motivo por el cual logró huir de la Guardia Civil durante tantos años. Aliándose con la noche Pedro Miguel asaltaba cortijos y fincas, aunque nunca se llevó objetos de valor económico, si no comida. Vivió en cuevas y escondrijos de la sierra, donde se han econtrado alimentos, una televisión con batería y una radio, cientos de periódicos y algunas armas.
El juez le ha dejado en libertad con cargos, pero Pedro Miguel ha vuelto a huir. A día de hoy se vuelve a desconocer su paradero. "El último bandolero", como ya le han tildado los medios de comunicación, sigue libre en algún lugar de la sierra.
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